Con la llegada del calor, nuestros días veraniegos se preparan para recibir a una de las tradiciones con más arraigo que tenemos: la canción del verano.
Todos los veranos no falla y es una constante que se repite año tras año. Esa canción que terminamos bailando o cantando hasta la saciedad en bares, discotecas o fiestas de pueblo, da lo mismo. Por supuesto, la música también toma su lugar tras las vitrinas de los escaparates para poder crear todo un mundo que inspira y nos remite a la combinación más o menos perfecta de melodía y armonía.
Signos, altavoces, cables, cantantes, músicos o instrumentos, toda una exhibición de elementos que nos describen tras las vitrinas que la música se hace indispensable, aunque, en ocasiones, esa canción del verano que nos ocupa nos va a perseguir hasta el final de nuestros días y la recordaremos con el paso del tiempo asociándola a todo tipo de situaciones y experiencias.