En 1923 el químico francés Georges Claude, por medio de su compañía Claude Neón, llevó los tubos de neón para que fueran utilizados en anuncios publicitarios en Estados Unidos que inundaron las avenidas de ciudades como Nueva York, Los Angeles o Chicago.
El neón es un gas noble, incoloro, prácticamente inerte que se ha utilizado para crear rótulos en las tiendas de todo el mundo. Su uso en espacios comerciales alcanzó los 80 del siglo pasado y poco a poco fue perdiendo protagonismo hasta convertirse en una fuente de luz totalmente desfasada, costosa y poco útil. Pese a esto, siempre ha tenido su espacio y las modas y la tecnología no han conseguido hacerlo desaparecer ya que ha brillado con luz propia.
En la actualidad vuelve a surgir de nuevo con más vitalidad y energía que nunca y se encuentra presente en el interior de muchos establecimientos, y por supuesto, es un recurso visual que ha sido utilizado en escaparates constantemente aunque hubiera estado ausente de las fachadas de muchas tiendas todo este tiempo.